La Cultura en la Cuerda Floja: Anatomía de un Desmantelamiento Silencioso
En el panorama cultural colombiano de 2024, nos encontramos frente a un fenómeno que trasciende la mera restricción presupuestal: estamos asistiendo a una erosión sistemática de los cimientos que sostienen la producción artística nacional.
Radiografía de la Crisis
La actual coyuntura revela más que números: exponen una visión gubernamental que concibe la cultura como un lujo prescindible, en lugar de un ecosistema vital para la transformación social.
Dimensiones del Desmantelamiento
- Espacios de Creación Los centros culturales, antes considerados laboratorios de experimentación social, se han convertido en espacios fantasma. La reducción de recursos no solo limita la infraestructura física, sino que cercena los procesos de formación y diálogo creativo.
- Talentos en Éxodo La migración de artistas se ha intensificado. No hablamos de una simple fuga, sino de un desplazamiento estructural de cerebros creativos que encuentran en el extranjero los espacios de realización negados en su territorio.
- Patrimonio en Riesgo La interrupción de proyectos de preservación patrimonial representa más que una pérdida económica: es un borrado de la memoria colectiva, un silenciamiento de narrativas históricas fundamentales.
Anatomía de una decisión
Lo que a primera vista parece un problema presupuestal, es en realidad un síntoma de una visión más profunda: la cultura como un gasto, no como una inversión.
Cada convocatoria cancelada, cada beca eliminada, cada proyecto interrumpido no es solo un número en un saldo. Es una historia que no se contará, un lienzo que no se pintará, un sonido que no resonará.
Coordenadas para la Resistencia
La respuesta no puede ser el lamento. Debe ser la acción:
- Exigir transparencia en la asignación de recursos.
- Visibilizar el impacto económico real de la producción cultural
- Construir narrativas que demuestren que la cultura no es un gasto, sino un motor de transformación económica y social.
Más Allá del Presupuesto
Lo que está en juego no es simplemente dinero. Es la capacidad de una nación para narrarse, para comprenderse, para imaginarse.
La cultura no es un lujo. Es el alma de una sociedad.
Este análisis es un llamado, no una sentencia. La historia de la cultura colombiana está aún por escribirse, y cada recorte puede ser también el punto de partida para una reinvención más radical y resiliente.
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